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sábado, abril 17, 2010

El eterno dilema de la costa


El eterno debate de la regulación urbanística llega a Carballo, lo hace por doble vertiente, y con la hipocresía habitual del asunto. En un tema donde la legislación es fundamentalmente competencia autonómica, hemos pasado del tradicional “ti vai facendo”, a una ley más limitativa en los últimos años del fraguismo, y a la radical prohibición de los 500 m o las estrictísimas normas del hábitat del bipartito de Touriño y Quintana. Y como siempre el dilema está claro: lo que para unos es limitar el feísmo y los desmanes urbanísticos y proteger el paisaje y la riqueza turística, para otros es pasarse de frenada, impedir el progreso económico y convertir muchos pueblos en reservas indias para disfrute de visitantes domingueros procedentes de la ciudad.

Pero particularmente divertido es asistir al lamentable espectáculo que muchos políticos y medios de comunicación ofrecen intentando quedar bien con los dos bandos. Primero asistimos a la campaña organizada por asociaciones de empresarios locales para que la Xunta indultara a un buen número de naves que según la Lei do Solo vigente tendrían que ser derribadas. La iniciativa tomó tintes de cruzada comarcal y tanto el BOE (el Boletín Oficial de Evencio, claro) como algunos representantes empresariales llamaron al “nacionalismo bergantiñán” para lograr un perdón de cuya justicia nadie dudaba. Y una vez que en efecto los jerifaltes xunteiros aceptaron sus argumentos y sus enmiendas flexibilizando la ley urbanística, el mismo medio de comunicación no ha vacilada en editorializar contra una relajación que puede destruir nuestro patrimonio natural. Al mismo tiempo los partidos políticos que en Santiago han estado clamando al cielo contra la nueva ley, en la Costa da Morte se felicitan y atribuyen el éxito de haber salvado la cara a las naves ilegales, amén de cambiar varias veces de sentido del voto y de posición pública. Y todos ellos, faltaría más, están de acuerdo en que hay que proteger el medio, establecer límites, y ordenar el territorio.

Y la segunda parte del show, con mayores implicaciones para nuestro concello, es el Plan do Litoral que pretende aprobar el PP, una ordenación de la costa que deroga la prohibición genérica de 500 m del bipartito, de manera que se particulariza en cada zona, ampliando la protección en unos sitios, y restringiéndola en otras, según sus particularidades. Un Plan que tendrá consecuencias notables en la costa carballesa, en los enclaves de Razo y Baldaio, cuyo urbanismo tanto ha dado que hablar y que tantos votos ha movido (que le pregunten si no a Andrade). Pues bien, nuestros prohombres carballeses andan atareados últimamente en reuniones para hablar sobre el borrador de este plan, del que sin embargo, sospechosamente, no se ha difundido ningún detalle. Lo único que ha trascendido es que el concejal del ramo, el señor Viña, atribuye a estos cambios legales el retraso del PXOM, y que tanto él como Ferrero ponen el acento en el medio natural, “esperando” que el nuevo Plan no suponga menos protección. Claro que habría que escuchar a los mismos protagonistas dirigiéndose a los vecinos de Razo y Baldaio, todos ellos con propiedades más o menos grandes, porque, siempre sin micros, sospechamos (de hecho, sabemos de buena tinta) que jurarían a los vecinos que ellos pelearían por defender sus intereses de aprovechamiento urbanístico. Así es este show de hipocresía, funambulismo y medias tintas, donde casi nadie se atreve a decir la verdad… porque cuesta votos.



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